EL POBRE ( nuestro pobre)

EL POBRE (nuestro pobre)

Sombras del ayer nos reflejan lo que nos duele ver.

Espectros de una sociedad que se empecina en desahuciar cuando lo correcto es ayudar.

Allí yacen puntuales luchando contra el ayuno, víctimas de un pasado que aun se preguntan si su error no está ya saldado, bancos, gobierno y usureros su futuro se han llevado.

Triste figura maltratada por el paso impasible de la gente para la cual su sollozo es invisible. Armado de valentía acude a su cita cada día, como sueño el simple objetivo de que su familia coma ese nuevo día.

Incomodo del paisaje de este Gobierno que premia el ultraje, ellos en sus escaños disimulando su pillaje, y el sentado en un maltrecho garaje con su hambre como bagaje.

-        No pido dinero, solo algo de comida con la cual mis hijos puedan pasar este día.

Palabras que nos entran como puñaladas, nos muestran una realidad enmascarada que muchos intentan mantenerla disfrazada.

Siento dolor y vergüenza al ser gobernado por este atajo de sinvergüenzas que como único merito disponen de la mentira y la falta de consciencia.

A la puerta del supermercado lo encuentro solo sentado, el me mira con su triste mirada, ojos que reflejan un sentir culpable. Veredicto palpable de este sistema capitalista el cual si no consumes te saca de su lista, te exprime cuanto tienes y cual triste naranja extraviaste lo que tuviste por despiste y en la basura te perdiste.

 

Al salir algo de comida he de entregar pues mi consciencia he de acallar. En apenas unos minutos varias muestras de solidaridad y caridad en forma de comida se agolpan junto a él.

Hay esta la respuesta, seremos nosotros ciudadanos de a pie los que con el sudor de nuestras manos ayudemos a saciar el hambre del hermano.

Mientras los gobernantes siguen ensimismado por el dulce sabor empalagoso de la poltrona haciendo caso omiso a tanto grito y sollozo, nosotros como sociedad les sacaremos de su hambre y de su pozo.

 

PD: Inspirada en uno de tantas personas anónimas las cuales su único presente es poder acudir a las puertas de un supermercado en busca de la ayuda generosa de gente silenciosa.

Antonio José Mascaró

 

 

 

A solas conmigo

Pasado el tiempo, incrustado en mi celda descansa el leve latir de la razón por vivir. Qué triste es saber  lo que te niegas a saber.

Me siento a gusto en mi desconcierto.

Me asusta el pensar que acierto.

Tal vez el decir esto no sea un acierto,  pero por un momento imagina que estoy en lo cierto.

 

Cada anochecer me arropo en el último sueño con el manto de la prudencia, para con el primer rayo de sol despertarme sumido entre sabanas de obediencia.

Me pongo frente el espejo pues hace tiempo que de lejos ya no veo mi reflejo.

Mis sueños yacen dañados allá perdidos a lo lejos en este rastro de pasos forzados al bailen de la prudencia. A mi vuelve la imagen del día en que pacte con lo sencillo olvidar mi rebeldía a cambio de obedecer  y ceder cada día.

Así desfilo fingiendo estar viviendo y a cada paso más me va doliendo.

Quisiera hablar con el optimismo, dejarme convencer y no vencer, pero llegados a este punto ya todo me da lo mismo.

Siempre a golpes con mis sentimientos, como ese barco que su destino es partir y quisiera adentrarse en tierra ya que teme que entre las frías olas su ilusión se frustre. De valiente es fingir que no duele pero de cobarde seria no decir que miento.

En un portal del maestro Sabina resido yo en su calle melancolía, donde pasar los días se convierte en ese juego que a ningún niño divierte, y al que al llegar la noche con permiso del último claro susurrándote al oído del miedo te advierte.

Triste morada la mía a la cual nunca llama la primavera, solo conoce el aliento helado del invierno. El cual recorre con su frio cortante cada rincón y cada instante de este cuerpo transeúnte escondido en el ayer, el cual a trompicones se encuentra con el hoy, le solloza e implora que haga que regrese al ayer pues convencido está de lo que venga mañana todo es perder.

Te invitaría a pasar y tomar un café, pero como has de ver solo sorbos de tristeza te sabría ofrecer. Deja que cumpla mi condena que no es otra que la pena por un adiós que de muerte me hirió.

Impregnada mi celda por el dulce aroma del movimiento de tus caderas hacen de motivo por seguir respirando, consciente y sabiendo que a cada nuevo suspiro de tu ser mi tiempo expiro.

Me siento junto a la ventana y creo verte llena de vida, permíteme que te contemple pues este corazón solo a de latir al verte feliz.

Así día tras día me acurruco en mi rincón a sabiendas de mi castigo, fuera el canto de un pájaro, a mis oídos el dulce trinar despierta la esperanza  de un mañana,  lavaré mis miedos y regresare al mundo, hare de mi tristeza proeza,  vestiré mi alma con la calma del que ya no busca lo perdido  y consciente de que la única forma es ser valiente saldré de casa al encuentro del alma que apague esta sed ardiente.

PD: Jamás conviertas un golpe del destino en una excusa para acomodarte en la soledad, ya que en ella solo encontraras a la paciente guadaña haciéndose de tu vida dueña.

 

Antonio José Mascaró Pérez

 

El Alma

 

 

El Alma

 

 

 

Las arrugas que peor se llevan son las del alma
a estas no hay cirugía que valga.

¿ Pareja?

¿Pareja?

Me agolpo en la guarida del desconcierto temo estar en lo cierto.

Nunca tan cerca fue tan lejos.

¿Cuánto cuesta decir un te dejo?

Camino engañando a mi destino, me enmaraño a solas con mis dudas las cuales contigo deje de compartir. Y justo allí fue el instante en el que te deje partir.

Corazones de espectros pues nunca en el amor fuimos expertos.

La fría lluvia de la rutina enfrió nuestras manos, los besos se convirtieron en compromisos y las caricias mero protocolo en busca de lo que se sabe ausente.

Donde quedaron nuestras dulces miradas siendo suplidas por la esquiva huida.

Tanto nos quisimos que sin saberlo nos herimos.

Ahora cada uno en su trinchera se amotina con el orgullo de barrera, como armas el insulto y el reproche a la espera de la tregua en la noche.

Siempre la oportuna visita de la discusión dispuesta a cumplir su misión.

En el baile de nuestra relación,  abrazados a las partituras nos empecinamos en acompañar al ritmo. Actores del fracaso clamamos al corazón que cese esta función, apacigüe el inmenso dolor y cierre el telón.

Así pasan los días, a golpe de calendario como trabajo la rutina a diario.

Encerrados en nuestra mazmorra asistimos al paso de las estaciones sin más cambio que la hora.

En ocasiones la vida en pareja puede ser un viaje a ninguna parte.

Libertad pendiente del adiós.

Ahora solo falta saber quien dice adiós.

PD: Que el miedo no te robe lo mejor del viaje, la vida.

 
Rocio Jurado y Malu - "Se nos rompio el amor"